La crisis y la oportunidad de cambios estructurales
A pesar de que la presente crisis parece menos grave que la de 1994-1995, lo cierto es que ambas comparten las consecuencias negativas como el cierre de empresas, el desempleo, el incremento de la cartera vencida de los bancos y la necesidad de los gobiernos de tomar medidas impopulares. Si aquella crisis propicio o, mas bien, obligo al país a cambios estructurales, en esta debiera suceder lo mismo, y, en ese sentido, constituye una gran oportunidad.
Debe darse por enterado que la recuperación no ocurrirá este año, si no en el mejor de los casos hacia la segunda mitad del año 2010. Después de la crisis de 1994 paso un año y medio para empezar a ver cifras sostenidas de crecimiento.
Una vez transcurrido ese periodo de recuperación, la economía mexicana creció a un promedio del cinco por ciento anual hasta principios de esta década, el 2010 será un año difícil, el equipo económico del gobierno federal junto con el congreso de la unión tendrá que acordar un paquete para el año venidero en el que cualquier propuesta podría agravar mas la fragilidad económica.
Para sanear, al menos en parte, las finanzas publicas y evitar el castigo de las calificadoras internacionales, el gobierno deberá incrementar sus ingresos; pero ¿como hacerlo en tiempos de crisis sin empeorar dicha situación?
Se ha planteado la reducción del gasto publico; si bien es deseable, y hasta urgente, optimizar su uso, el riesgo de hacerlo incorrectamente radicaría en la eliminación de incentivos en la economía que empeoren aun mas está crisis, sin que se de ningún cambio sustancial en el gasto corriente. Ya se discutió también la posibilidad de aumentar impuestos.
Pero mayores cargas fiscales pueden favorecer a la inflación y afectar directamente a la planta productiva del país. Los mismos riesgos se observan en la posibilidad de subir tarifas públicas, como los precios de las gasolinas. También existe la posibilidad de aceptar mayor deuda y/o mayor déficit, sin pasar del límite que pudiera redundar en una baja en la calificación crediticia; pero ¿cual es el límite? Toda operación representa un riesgo y lo mejor será que no se busquen salidas fáciles, como incrementar impuestos sin reorganizar al gobierno o adquirir más deuda. Lo previsible es que se adopte un poco de todo, pero al final las consecuencias de la crisis no podrán evitarse.
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